jueves, 19 de noviembre de 2009

Cuentos Árabes

El Almendrado

Al pasar por delante de una confitería, Mulla sintió unas grandes ganas de comer almendrados. Aunque no tenía un chavo en el bolsillo, entró y se puso a comer. Al cabo de un rato, el confitero le presentó la cuenta, pero Nasrudin no le presentó la menor atención. El confitero sacó entonces un garrote y se puso a darle una buena somanta de palos. Ahora bien, mientras recibía los golpes. Mulla no paraba de acercarse para seguir comiendo.
-¡Que estupenda ciudad!-sonreía-. ¡Y qué habitantes tan amigables! ¡Le obligan a uno a comer almendrados a bastonazo limpio! (p.62).

Es un cuento iniciativo en donde el almendro simboliza la verdad, tu alimento esencial y luego el hombre con el garrote, los golpes que te da la vida y el cuento te enseña que ante las dificultades, hay que ver el lado positivo de la vida y seguir luchando por nuestra vedad, nuestra realización personal, aceptar las lecciones de la vida y continuar hacia delante.


¡Nueve o Diez!

Una noche. Mulla Nasrudin tuvo un extraño sueño: un rico desconocido vino a hacerle una visita y le dio nueve linares. Mulla rechazó diciendo:

-¿Y por qué sólo nueve? Dame uno más y así redondeamos la cifra.

El hombre se negó. Mulla insistió, suplicó, se debatió tanto que terminó por despertarse. Viendo su mano vacía, maldijo su mal carácter, que le había llevado a perder este regalo inesperado. Por ello, volviendo a adoptar la postura del sueño, cerró los ojos y largó la mano presentando excusas:

-Bueno, de acuerdo, dame de todas formas los nueves dinares…. (p.63).

El mensaje directo que nos transmite esta historia, es que nos conformemos con lo que nos regala la vida, a veces por querer tener más y no disfrutar con lo que tenemos, nos hacemos infelices a nosotros mismos. Me recuerda a un dicho muy típico de Buda “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos desea”.

Porque si estamos insatisfechos con lo que tenemos hoy, por más que obtengamos, siempre estaremos insatisfechos. Aceptemos lo que tenemos ahora, porque quizás más adelante ya no lo tengamos.

Por Leonardo E. Rodríguez Brito. 4ºA.

3 comentarios:

  1. Estos cuentecitos son parte de un género, quizás como las parábolas de los evangelios, que aunan lo narrativo con lo aforístico y lo poético. Es una manera de instruir sugerente que produce una leve conmoción en el "educando", como también muchos poemas no largos, tal vez los haiku. Saludos, Marcos.

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  2. Si, me resultan muy didacticos, porque engloban muchos temas, desde lo más cotidiano a lo más espiritual, pueden servir como herramienta para un aprendizaje filosofico y educativo. Además los cuentos abren mucho el canal del corazón, con lo cual el aprendizaje es mucho más significativo.
    PD: estoy más tranquilo!!!, resolvere lo del grupo el lunes, perdon por la molestias causadas, yo es que me desvivo por los cuentos y las metaforas. Gracias por el comentario............Saludos Leo.

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  3. David González Romero

    Hola a todos, mi comentario respecto a estos cuentos serán como lo he ido haciendo anteriormente. Una reflexión a nivel educativo.

    Estoy de acuerdo con vosotros, ya que entendiendo el mensaje del cuento, se llega a interiorizar un aprendizaje de forma significativa en los educandos. Los cuentos son una herramienta buena para transmitir algún tipo de mensaje a los alumnos, pero el profesor/a debe tener en cuenta que el mensaje que deseamos transmitir, es el idóneo para lo que queremos tratar, es decir, si queremos transmitir algún mensaje por medio de un cuento, para solucionar un problema, tenemos que tener claro cuál es el mensaje del cuento e interiorizarlo en los alumnos, pero no al contrario, no captar bien el mensaje y reforzar el problema.

    Ya sé que es un caso muy hipotético, pero puede pasar, y si un profesor utiliza un cuento, debe tener en cuenta estas consideraciones.

    Respeto al primer cuento “El almendrado”, el mensaje está claro, creo que nos está intentando transmitir que las personas solemos ser ignorantes ante determinadas situaciones, como por ejemplo la del cuento, que a pesar de que le están pegando garrotazos, el protagonista se siente satisfecho e incluso agradecido. Es como por ejemplo la mitificación del placer, es decir, que creemos que lo realmente placentero para nosotros es lo que la sociedad o cultura nos dictamina. Para que la reflexión quede más clara haré una comparación entre la situación del cuento y el ir de compras. Cuando vamos de compras a un centro comercial, nos sentimos satisfechos por haber comprado algo que supuestamente nos gusta, pero al mismo tiempo estamos pagando una gran cantidad de dinero, que seguro que necesitamos, a otras cosas, a alguien que ni conocemos.

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